CP
Mi padre respira con cansancio,
sus pulmones se llenan con el humo de un incendio callado y
paulatino.
Un ataque de tos a media noche lo despierta,
a él y a nuestro espanto.
Adentro de su pecho crece un bosque de árboles llagados por el fuego.
Sus ronquidos son cada vez más fuertes.
Mi hermano dice que dentro de poco podría empezar a escupir
sangre.
Mi padre, día a día, vuelve a casa cansado del trabajo,
y se sienta a ver una película.
A veces lo acompaño y, en silencio, mi padre toma sus
cigarros.
Ve que sólo queda uno,
y en la complicidad del cuarto a oscuras lo enciende,
lo comparte conmigo.