Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


31 agosto 2009

Palabras


Lo que pides no es menor. De hecho puede llegar a ser un asunto bastante grave. Las palabras, como las letras y las ideas, son cosas que pocas personas se toman en serio; de ahí la relevancia que adquieren. Una vez que se han dicho, allí están. No pueden retirarse, y es casi indiferente que provoquen una felicidad, un estorbo o una calamidad. Han sido dichas ya, y el estado que el evento inaugura es irremediablemente otro. En esa condición trágica la prenda obligatoria es la palabra. Es preciso que sea dicha, y que lo sea no habiéndolo sido antes. El decir adquiere así un valor emblemático y fatal. ¿Me pides mis palabras? En cualquier otra circunstancia no dudaría en negarlas. No lo haría, sin embargo, por creer que son merecedoras de especial consideración. Se trata, más bien, de que las considero, ideas, letras y palabras, aún un trabajo incompleto que no puede, no debe, mostrarse. En esta ocasión, sin embargo, he decidido, más valdría decir que me has convencido a hacerlo. De entrada, parece ser una oferta afortunada: tu humana condición por mis palabras. Veamos a donde nos lleva esto.

Sea.

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