Creo conocer bastante bien el sufrimiento físico. Pero, lo peor de todo, es sentir que se muere el alma.
No puedes imaginar la tristeza de mi vida. Asediado sin cesar, dormido o despierto, por la idea de que puedas necesitar mi ayuda (que no estoy en condiciones de darte) como yo necesito la tuya (que no estás en condiciones de darme).
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