Nos desvivimos, hacemos algo y después desaparecemos. Por la experiencia y la reflexión interior, he descubierto que nada tiene sentido, que la vida no tiene el menor sentido: la acción considerada como algo insignificante, inútil. Y, en efecto, si reflexionamos sobre las cosas, deberíamos cesar de actuar, de movernos. Deberíamos tirarnos al suelo y echarnos a llorar.
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