Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


28 agosto 2010

27 agosto 2010

Confesiones III

Para el espíritu de la época, nada es más peligroso que un individuo genial e ingobernable que, además, no tiene aspiraciones de liderazgo ni de éxito.

22 agosto 2010

05 agosto 2010

Confesiones I

He renunciado a la escritura estructurada y sistemática, ya que implica partir de ciertas afirmaciones previas de las cuales nos volvemos prisioneros. Si se tiene un poco de honestidad, uno queda obligado a respetar esos supuestos hasta el final, a no contradecirse. Uno queda, pues, atrapado en un círculo trazado por uno mismo. De este modo, dice Cioran, uno cae en la falsedad y en la falta de verdad. Este es el drama de todo pensamiento estructurado: el no permitir la contradicción. Así, se cae en falso, se miente para resguardar la coherencia.

Hace poco más de un año que me acompaña, de forma constante, el género de los “pecios”. Éstos, son los restos del naufragio personal: apuntes, apostillas, recuerdos, frases destiladas hasta ser pasión pura, visceralidad y sentimiento. Los pecios, sin embargo, no ofrecen ninguna consolación ilusoria a la desolación de la vida. No aspiran a convertirse en conclusiones definitivas e indiscutibles. Se trata, más bien, de explosiones accidentadas que reflejan el camino de alguien que camina por el desfiladero hacia la catástrofe.

Cabe, sin embargo, hacer una advertencia. Desconfíen siempre, dice Rafael Sánchez Ferlosio, de un autor de pecios. Aunque, sin quererlo, le es fácil estafar, porque los textos de una sola frase son los que más se prestan a ese fraude de la “profundidad”, fetiche de los necios, siempre ávidos de asentir con reverencia a cualquier sentencia lapidaria, vacía de sentido pero habilidosamente elaborada. Lo “profundo” lo inventa la necesidad de refugiarse en algo indiscutible, y nada hay tan indiscutible como el dicho enigmático, que se autoexime de tener que dar razón de sí. La indiscutibilidad es como un carisma que sacraliza la palabra, canjeando por la magia de la literalidad, toda posible capacidad significante.

Es mejor pensar que el lenguaje es oscuridad (aunque a veces se aclare un poco gracias a la buena literatura) que confiar en esos locos que nos iluminan con sus verdades absolutas. Yo lo que hago es desconfiar y angustiarme. Y así me paso la vida.

27 julio 2010

Conversaciones con Fadanelli: El lector

La cuestión del lector es complicada. Cuando escribo prefiero no pensar demasiado en ello. Existe un lector hipotético que forma parte de tu creación, una proyección de tus miedos y valores, un conversador invisible, un eco distorsionado, no sé. En cambio, un lector real es el ser humano que lee tus textos y los transforma con su lectura. Personalmente no reparo en este segundo lector hasta que le veo el rostro o se comunica conmigo: de modo que las estadísticas, las ventas y los premios no me dan noticia de nada: el lector real es invisible. Y, un detalle menor: me intimida y decepciona que los lectores cultiven expectativas sobre mi escritura o sobre mi persona. En ese caso no existe mayor placer que decepcionarlos.

21 julio 2010

Destino

Sabemos, perfectamente, que se trata de un viraje negativo y que nada de esto puede acabar bien. En situaciones como ésta, resulta deprimente cualquier tipo de optimismo. Seguimos una ruta que ha de conducirnos, necesariamente, a la ruina. Se podrá pensar que se trata de una de las mayores lecciones de cinismo que se puedan concebir. Y, sin embargo, esto no es del todo cierto. Nos recuerda Cioran "la historia es la negación de la moral. Si se profundiza en la historia, si se reflexiona sobre ella, resulta estrictamente imposible no ser pesimista". El malentendido entre nosotros, dice Cioran, se debe a que ustedes creen en el porvenir, en una solución, en lo posible de forma general, mientras que yo no sé sino precisamente una cosa: que todos nosotros estamos aquí para hacernos sufrir unos a otros. No hay respuestas. Hay que resignarse a ello y soportar la vida tal como viene.

14 julio 2010

Conversaciones con Cioran: La pasión por lo absurdo

Nada podría justificar el hecho de vivir. ¿Cómo, habiendo explorado nuestros propios extremos, seguir hablando de argumentos, causas, efectos y consideraciones morales? Es imposible, puesto que no quedan entonces para vivir más que razones carentes de todo fundamento. En el apogeo de la desesperación, sólo la pasión por lo absurdo orna aún el caos con un resplandor demoníaco. Cuando todos los ideales corrientes, sean morales, estéticos, religiosos, sociales o de cualquier otra clase, no logran imprimir a la vida una dirección y una finalidad, ¿cómo preservarla del vacío? La única manera de lograrlo consiste en aferrarse a lo absurdo y a la inutilidad absoluta, a esa nada fundamentalmente inconsistente cuya ficción es susceptible, sin embargo, de crear la ilusión de la vida.

Vivo porque las montañas no saben reír ni las lombrices cantar. La pasión por lo absurdo nace únicamente en el individuo que lo ha expiado todo pero que es capaz de soportar terribles transfiguraciones futuras. A quien lo ha perdido todo sólo le queda esa pasión. ¿Qué podría en adelante seducirle? Algunos responderán que el sacrificio en nombre de la humanidad o del bien público, el culto de lo bello, etc. Yo sólo soporto a aquellos seres humanos que han renunciado a experimentar, aunque no sea más que provisionalmente, todos esos sueños. Ellos son los únicos que han vivido de manera absoluta, los únicos habilitados para hablar de la vida. Si pueden de nuevo hallarse el amor y la serenidad, ello es posible mediante el heroísmo y no mediante la inconsciencia. Toda existencia que no contenga una gran locura carece de valor. ¿En qué se diferencia una existencia semejante de la de una piedra, un palo o una mala hierba? Lo afirmo con total honestidad: hay que ser objeto de una gran locura, para querer ser piedra, palo o mala hierba.

12 julio 2010

Breves esquelas de estilo lapidario XII

They keep asking me: ‘Why is your life so complicated?’

‘Gee, I don’t know. Why is your life so fucking simple?’