Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


23 abril 2010

La inmortalidad

Sólo quería preguntarles: ¿en la próxima vida quieren estar juntos o prefieren no volver a encontrarse?

Ella sabía que esa pregunta iba a llegar. Ése era el motivo por el cual quería estar con ‘el invitado’ a solas. Sabía que en presencia de ‘Él’ no sería capaz de decir: “Ya no quiero estar con ‘Él’”. No puede decirlo delante de ‘Él´ y ‘Él’ no puede decirlo delante de ‘Ella’, aunque es probable que también diera prioridad a intentar su próxima vida de otro modo y sin ‘Ella’. Sólo que decir en voz alta en presencia del otro: “Ya no queremos estar juntos en la próxima vida, ya no queremos encontrarnos”, es lo mismo que si dijeran: “Entre nosotros no existe ni ha existido amor”. Y eso precisamente no puede ser dicho en voz alta, porque toda su vida en común está basada en la ilusión del amor, en una ilusión que ambos cuidadosamente alimentan y vigilan. Y por eso cada vez que se imagina esta escena y llega hasta la pregunta de ‘el invitado’, sabe que capitulará y dirá contra su voluntad, contra su deseo: “Sí. Por supuesto. Quiero que en la próxima vida estemos juntos”.

Sin embargo, ‘Ella’ hace acopio de toda su fuerza interior y responde: “Preferimos no volver a encontrarnos”.

Estas palabras son como un portazo a la idea del amor.

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