Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


06 mayo 2010

Resinár

Epicuro. Piénsese simplemente en su jardín. Sus discípulos sólo comían pan, sólo bebían agua y conversaban sobre la felicidad o Dios sabe qué otras cosas. O bien, recuérdese la vida que llevaba Sócrates. ¡El ascetismo de que dieron prueba esos hombres, y la fecundidad, la variedad de las producciones de su inteligencia! Comparados con ellos, debemos por fuerza reconocer que no somos sino esquemas, especies de espectros amaestrados. Todo lo que hacemos está vacío de realidad. Leemos libros, claro está, yo, en todo caso, leo muchos, tal vez demasiados, pero todo eso carece del menor sentido. Si la vida cobra un sentido para mí, es más bien cuando estoy en la cama y dejo errar mis pensamientos sin objeto. Entonces tengo la impresión de trabajar de verdad. Pero, cuando me pongo prácticamente a trabajar, al instante me siento socavado por la certidumbre de que no hago otra cosa que perseguir sombras. Para mí, el hombre tan sólo existe de verdad, cuando no hace nada. En cuanto actúa, en cuanto se prepara para hacer algo, se vuelve una criatura lamentable.

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