Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


13 mayo 2010

Inercia

Es imposible seguir viviendo sin la creencia de que mañana será mejor. Llámese a esta actitud, si se quiere, ingenuidad; o mejor aún, idiotez. La realidad nos bombardea constantemente, a cada momento, con la evidencia suficiente para darnos cuenta de que esto ya se ha ido al carajo, o que se está yendo. Y no hay absolutamente nada que se pueda hacer para evitarlo. Existe una alternativa, a saber: el vivir contra la evidencia, pero ya habrá ocasión para hablar de ello. Sin embargo, la interrogante persiste, ¿cómo seguir viviendo cuando se sabe que lo más bello de la vida ha pasado ya? ¿Cómo seguir viviendo cuando se es consciente de haber alcanzado la eternidad, y saber que ésta no consiste más que en un instante? ¿Cómo seguir viviendo después de haber tenido lo más tierno, lo más puro, cuando por fin se ha encontrado ese ideal y éste se ha alejado de nosotros? ¿Cómo seguir viviendo cuando se sabe que la felicidad no es un flujo constante, un estado en el que se pueda permanecer indefinidamente, sino que se trata de una explosión brevísima, de relámpagos fulminantes que iluminan por unos instantes la triste y larga noche que es la vida? ¿Cómo vivir, pues, en un mundo con el que no se está de acuerdo? ¿Cómo seguir viviendo así? ¿Cómo? Se me ocurre una posible respuesta. Inercia: las cosas duran siempre más de lo que deberían.

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