Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


27 junio 2010

Conversaciones con Ortega y Gasset: ¿Qué debemos pensar?

Hay situaciones, instantes de la vida, en que, sin advertirlo, confiesa el ser humano grandes porciones de su decisiva intimidad, de lo que auténticamente es. Una de estas situaciones es el amor. En la elección de la amada revela su fondo esencial el varón; en la elección del amado, la mujer. El tipo de humanidad que en el otro ser preferimos dibuja el perfil de nuestro corazón. Es el amor un ímpetu que emerge de lo más subterráneo de nuestra persona, y al llegar al haz visible de la vida arrastra en aluvión algas y conchas del abismo interior. Un buen naturalista, filiando estos materiales, puede reconstruir el fondo pelágico de que han sido arrancados.

Se querrá oponer a esto la presunta experiencia de que a menudo una mujer que consideramos de egregio carácter fija su entusiasmo en un hombre torpe y vulgar. Pero yo sospecho que los que así juzgan padecen casi siempre una ilusión óptica: hablan un poco desde lejos, y el amor es un cendal de finísima trama que solo se ve bien desde muy cerca. En muchos casos, el tal entusiasmo es sólo aparente: en realidad no existe. El amor auténtico y el falso se comportan –vistos desde lejos- con ademanes semejantes. Pero supongamos un caso en el que el entusiasmo sea efectivo, ¿qué debemos pensar? Una de dos: o que el hombre no es tan menospreciable como creemos, o que la mujer no era, efectivamente, de tan selecta condición como la imaginábamos.

23 junio 2010

22 junio 2010

Breves esquelas de estilo lapidario VIII

El simple hecho de que exista en el mundo alguien así, que logre conmover a otra persona hasta lo más profundo de su corazón resulta ya en una justificación de la existencia.

21 junio 2010

Breves esquelas de estilo lapidario VII

Es preciso vivir la vida en estado de ebriedad: embriagado de amor, de pasión, de un ideal, de convicción, de congruencia… de liqvor.

20 junio 2010

Conversaciones con Cioran: Prostitución

Exhibirse resulta en cierto modo indecente, pero en el momento en que escribes no te exhibes. Estás sólo contigo mismo. Y no piensas en que se publicará algún día. En el momento en que escribes estás solo. A mi juicio, eso es, en verdad, el acto de escribir, un acto de inmensa soledad. El escritor sólo tiene sentido en esas condiciones. Lo que hagas posteriormente es prostitución. Pero, a partir del momento en que has aceptado existir, debes aceptar la prostitución. Para mí, todo tipo que no se suicida está prostituido, en cierto sentido. Ahora bien, hay grados de prostitución, pero es evidente que todo acto presenta características similares a los de quien hace la carrera. Por tanto, hay que mantenerse aparte, no hacer autopropaganda.

18 junio 2010

No es culpa mía

De todo se aburre uno, ángel mío, es una ley de la Naturaleza.
No es culpa mía.
Si hoy me aburro, pues, de una aventura que me ha tenido ocupado enteramente desde hace ya algún tiempo, no es culpa mía.
Si, por ejemplo, he tenido tanto amor como tú virtud, y ya es mucho decir, no es sorprendente que el uno haya terminado al mismo tiempo que la otra.
No es culpa mía.
De lo que se deduce que llevo ya un tiempo engañándote. ¡Pero lo cierto es que tu despiadada ternura me obligaba a ello!
No es culpa mía.
Hoy, una mujer a la que amo locamente exige que te sacrifique.
No es culpa mía.
Sé que parece una buena ocasión para denunciarme como libertino: pero si la Naturaleza sólo ha acordado a los hombres la constancia mientras que daba la obstinación a las mujeres, no es culpa mía.
Créeme, elige a otro amante, como he elegido yo a otra. Este es un buen consejo; si no te parece bueno, no es culpa mía.
Adiós, ángel mío, sentí placer al tomarte, no siento pena al dejarte: quizá vuelva a ti.
Así va el mundo.
No es culpa mía.

14 junio 2010

Breves esquelas de estilo lapidario VI

La filosofía sólo sirve para causar tristeza. Una filosofía que no entristece no es filosofía. En la oscuridad de la noche, resulta sencillo advertir que sólo la locura puede ser el origen de una creatividad ilimitada. A quienes seguimos creyendo en el amor, en la felicidad, en la literatura y en tantas otras quimeras trasnochadas e improductivas sólo nos queda aceptar la fatalidad como destino. Evidentemente que hay motivo para estar triste, pero de poco sirve. La única salvación para los vencidos es no esperar ninguna. Sin embargo, el silencio hace más cruda esta agonía.