Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


08 septiembre 2011

Conversaciones con Monterroso: Brain Drain

La preocupación por un posible brain drain hispanoamericano nace del planteamiento de un falso problema, cuando no de un desmedido optimismo sobre la calidad o el volumen de nuestras reservas de esta materia prima. Cualquiera puede notar que el temor de que los países más desarrollados que nosotros se lleven nuestros “cerebros” resulta vagamente paranoico, pues la verdad es que no contamos con muchos muy buenos. 

Lo que sucede es que nos complace hacernos ilusiones. Suponer que alguien está ansioso de apropiarse de nuestros genios significa suponer que los tenemos. El cerebro es una materia prima, como cualquier otra. Para refinarlo se necesita enviarlo afuera para que algún día nos sea devuelto elaborado; o bien, transformarlo nosotros mismos, pero, como en tantos otros campos, por desgracia las instalaciones con que contamos para esto último o son obsoletas, o de segunda, o sencillamente no existen. 

¿A qué debemos dedicarnos entonces? ¿A producir plátanos o cerebros? ¿Qué vale más exportar, brazos o cerebros? Para cualquier persona que maneje medianamente el suyo, las respuestas son obvias. 

Joyce hizo más por la literatura irlandesa desde Suiza que desde Dublín; Marx fue más útil para los obreros alemanes desde Londres que desde su patria; es probable que si Martí no hubiera vivido en los Estados Unidos y en otros países, la Revolución cubana no tendría en él a tan grande ideólogo; Andrés Bello transformó la gramática española desde Inglaterra; Rubén Darío hizo lo mismo con el verso español desde Francia; y no quisiera mencionar a Einstein por lo de la bomba atómica.

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