Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


05 septiembre 2011

Conversaciones con Fadanelli

Sobre la libertad, de John Stuart Mill, lo abandoné en la mesa de una cantina. Cuando volví por él dos horas después, me encontré con todas sus hojas tiradas en el piso. Un mesero me dio detalles de tan extraño acontecimiento. El amigo que me acompañaba y que había permanecido en la mesa después de mi partida, había enloquecido cuando le entregaron la cuenta. “Comenzó a gritar y a destrozar el libro”, me contaba el mesero aún no repuesto del susto. No está de más decir que mi amigo mide un metro noventa centímetros y sus ojos no son precisamente los que podría presumir una persona cuerda. Por un momento tuve el impulso de recoger las hojas e intentar dar vida otra vez al volumen de Stuart Mill, pero desistí de hacerlo luego de que en una de las mesas más apartadas del salón descubría a un ebrio intentando leer una de las páginas sueltas.

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