Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


15 enero 2010

Melancolía Crepuscular

1

¡Venturosos días, dulces noches de felicidad, idos para siempre! Ella, sincera, cariñosa, tierna; él, ebrio de amor, fija la mirada en aquellos incomparables ojos. Ayer eso; hoy desdén, frío, engaño, olvido…



2

A tanta belleza sucedió el desencanto. La tristeza, esa tristeza que amarga la vida, que entenebrece el espíritu y es un veneno para el corazón, cayó sobre él, impía, abrumadora. Sentía el pecho oprimido, húmedos los ojos. La terrible realidad apareció ante él desesperante y fatal.



3

Una de dos –decía su amigo–: o la dejas para siempre o te la sacas… Lo primero es lo más acertado. Salte de ese lío. ¡No es digna de ti! ¡Pues claro! Déjala. Ya las pagará todas, ya las pagará; ya se arrepentirá más tarde de haberte engañado, de haber despreciado tu cariño, de haber pisoteado tu amor. ¿Cómo has de seguir queriendo a una mujer así?



4

–¿Ya no me quieres?– preguntó ella.

–¡Sí, como siempre! Pero ya no eres digna de mi cariño. Te entregué mi corazón, pensando que sabrías estimar mi cariño, y me engañé; te amé con toda mi alma, y me has engañado, me has ofendido, me has despreciado… El amor no se da por fuerza. No mientas. Di que no me quieres… ¿Qué necesidad tenías de engañarme?... ¡Ninguna! ¡Eso no es amor! ¡Y si es amor, lo desprecio, te desprecio a ti! ¡Si me quisieras no habrías dado tu corazón a ese roto, que será rico, bien parecido, elegante, cuanto quieras, pero que no te ama como yo! ¡Ya lo ves! ¿Y dices que me quieres?

–¡Si me quieres, si me quieres como dices, perdóname! Todo se puede arreglar.

–No, eso no; es imposible. Aquí acabó todo… ¿Perdonarte? No puedo; si dijera que te perdono mentiría… ¡No me lo manda el corazón! ¡Te olvidaré… si puedo! ¡Quién sabe si podré conseguirlo! No quiero volver a verte… Esta ha de ser la última vez que nos vemos… Ayer todavía soñaba yo contigo, quería que todo se arreglara… Ahora no…

–Ten piedad de mí… Perdóname… volvamos a ser felices… ¡en tus manos está!

–¡Felices! Como una rosa que se marchita así va muriendo mi amor. Así has ido acabando con mi dicha. No tengo fe en tus palabras, ni confianza en ti. Quien ayer me engañó, me engañará mañana… Si ahora fueras mi mujer, nuestra vida sería una vida de infierno. Una vez te di mi corazón y tuyo es. Acaso en toda mi vida no podré olvidarte… y te amaré, sí, te amaré; pero no a la que está hoy frente a mí, que se deja abrazar como una perdida, que se deja besar de quien no la ama, sino a aquella que no se desdeñaba en amar a un pobre; que me cuidaba como a un hermano; que me acariciaba tierna y enamorada; aquella a quien siempre respeté. ¡Vete! ¡No quiero volver a verte nunca!



5

No te creo, ni puedo creerte. Estoy convencido de que no vales nada. La mujer de hoy no es la mujer a quien yo amé con toda mi alma, y por la cual hubiera dado yo hasta la vida misma. Ya no eres la que vi a mi lado, cariñosa y tierna, la mujer con quien yo soñé. Ya no te amo, casi te aborrezco. No te conformaste con ser infiel a tus promesas, dejándome por uno que no te quiere; sino que todavía pretendes engañarme, y a mi vista, a la vista de todos, te burlas de mi amor… ¿Qué delito he cometido para que te portes así conmigo? ¡Amarte como nadie te ha de amar! ¡Amarte con toda mi alma!

¡Cómo te habrás reído de mí! No tengo palabras para calificar tu conducta. Se necesita tener un corazón tan negro como el tuyo, y un alma tan negra como la tuya, para manejarse así, con quien te ha amado tanto como yo.

Me arrepiento un millón de veces de haberte conocido y de haberte dicho que te amaba. Te amé, por mi desgracia, sí, te amé mucho, pero ahora ya veo claro. Ni una perdida, ni una desgraciada de esas que andan por la calle causando vergüenzas y dando lástima, sería capaz de hacer lo que haces conmigo. Estarás creyendo que todavía estoy enamorado de ti, que todavía te amo, que sufro por ti, y te pegas el gran chasco. Es cierto que te he amado, que te amé, que a todas horas pensaba yo en ti, en tus ojos; pero eso era antes. Hoy te desprecio. Te habrás figurado que yo, por tal de estar contigo, iba a pasar por todo… ¡eso sí que no! ¡Aunque te amara mucho, mucho, más que a mi vida; aunque no hubiera en el mundo más mujer que tú, y fueras más bonita de lo que eres, no, y no! ¡Primero me daba un tiro! Antes que todo están el orgullo y la dignidad.

Me has hecho pedazos el corazón; te has complacido en vejarme, en burlarte de mi amor, en reírte de mí… ¡pero eso para ti es nada! Te gusta jugar con el cariño de los hombres, te gusta jugar con dos barajas… pero, ya lo ves, no me dejo, ya te conozco. Y luego, haciéndote la inocente, me llamas, y quieres que nos arreglemos otra vez… ¿para qué? Ahí tienes a ese tipo que es como a ti te gusta, igual a ti. ¡Que se case contigo, que se case! Y si no quiere, enrédate con él, y déjame tranquilo. No vuelvas a pensar en mí, ni para bien ni para mal, ni te acuerdes del amor que te tuve.

Me duele mi corazón al escribir todo esto; me da pena que creas que quiero ofenderte, porque al fin te he amado mucho (
estuve a punto de escribir aquí: te amo) te he amado con toditita mi alma, pero eso te mereces hoy.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario