Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


09 febrero 2010

En las cimas de la desesperación

Harto de la vida y padeciendo la existencia. Avasallado por esta nada sin tregua y cansado de inventarme entusiasmos y simulacros de sentido. Todo es inútil, nos recuerda la voz de Onetti a la distancia, y hay que tener el valor de no usar pretextos. Así, pareciera que mi vida se tratara de un infierno destinado para mí desde el principio de los tiempos; o que me he ido construyendo, que me he ido ganando, según se mire. En realidad, la cosa es más sencilla, menos dramática: es como un dolor suave, conocido y compañero de una enfermedad crónica, de la que uno en realidad no va a morir, porque ya sólo es posible morir con ella. Remata Onetti: esto ya se acabó o se está acabando; lo único que puede hacerse es elegir que se acabe de una manera u otra. Estoy solo, definitivamente y sin drama. Es sólo entonces en que se puede aceptar sin reparos la convicción de estar muerto: despreocupado de fechas, adivinando las cosas que se harán para ocupar el tiempo hasta el final, hasta el día en que la muerte deje de ser un suceso privado. No se trata de que todo carezca de sentido, afirma Cioran, pero, ciertamente, todo es innecesario.

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