Hay en el amor un sentimiento de lúgubre tristeza. ¿Acaso provenga de que el enamorado, en medio del éxtasis de la pasión, presienta lo fugaz de su dicha, rauda como el paso de las estrellas errantes, y acierta a comprender que, a poco, el cielo de su alegría quedará velado y oscurecido por las brumas de la agonía y del dolor?
26 febrero 2010
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