Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


26 febrero 2010

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La amaba y no debía amarla… Quería despreciarla, ofenderla, ultrajarla, y no podía… ¡la amaba! El amor propio herido le decía con acento sordo e imperioso: ¡déjala!

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