Hay aquí frases que dan una idea de la confusión, del delirio, de las crueles angustias, de las luchas internas y del desprecio supremo que siento por la vida.


07 marzo 2010

Silencios

Indefenso, enfermo del alma y herido del corazón. Ahora, con más claridad que nunca, soy capaz de contemplar lo triste de mi situación, lo vano de mis esperanzas. Estoy comenzado a sentir que esta existencia nocturna me está afectando, me está destruyendo. He entrado cada vez más, noche a noche, en un callejón sin salida de especulaciones atormentadoras, desgastándome en mi propia soledad en dolorosas meditaciones. Nunca he querido plantearme la pregunta y menos ahora, que he llegado a esto, a estar peor que nunca antes en la vida. Y no lo digo por alguna razón en particular, sino porque ahora estoy acorralado y es imposible ya escapar de esta sensación de desesperanza y de fracaso. ¿Qué necesidad tenía yo de algo así? Nada hay después de esto. He cometido un absurdo inimaginable y la culpa es sólo mía. ¿Es necedad amar? Después de todo, con el amor no se llega a ningún lado. ¿A ninguno en absoluto? Tal vez, sólo tal vez, a la eternidad.

Y digo todo esto como si a ella le importara mucho, como si lo hiciera por ella, como si éstas fueran las frases más hermosas que pudiera decir y que ella estuviera deseando escuchar. Pero, en realidad, nada de esto le interesa ya… y en el fondo a mí tampoco.

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