Todo problema, por definición, tiene solución. De lo contrario no se trata de un problema sino de algo diferente: se está, en ese caso, frente a una situación trágica. Cuando dos personas que se aman no encuentran ni los medios ni el tiempo preciso para decírselo, para hacérselo saber, es una tragedia. No puedo ocultar lo desolado que me siento. Los recuerdos me atormentan. Por las noches, al acostarme, es una verdadera tortura. Me hace pedazos con su ausencia. Y, sin embargo, ¡me había amado! Me había guardado en sus brazos, en su corazón. De no haber sido por ella el mundo me habría aplastado, me habría pisoteado. Ella me salvó y, después, se fue, sin apenas haber existido. ¿Había sido eso entonces real? ¿Lo único verdadero en la vida? ¿Me había amado? Una tragedia. Si. Una tragedia. Y lo repito constantemente antes de dormir: una tragedia. Lo digo con voz triste, como si más bien quisiera decir: bien, regresa, acaba de matarme.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario